Aproveché una migración de pájaros silvestres para evadirme.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Blues del sueño.

No tengo adjetivos con los que poder describir aquel momento, aquella calma, aquel gesto de paz absoluta. Su respiración rítmica y sus bonitos ojos cerrados. Y tan solo extender el brazo unos centímetros podía tocarlo, y así espantar todas las pesadillas que me atormentaban y poder velar, durante segundos, su plácido sueño. Las sábanas se movían a compás de su respiración, como si bailara un tango con el aire que entraba dentro de su cuerpo. Su espalda, iluminada por la tenue luz que entraba por la ventana, me indicaba la explosión de sensaciones al rozarlo con las yemas de los dedos. Como si fuese de cera quería derretirme en su fuego, y fundirte a escasos centímetros de su boca acompañada de la paz del momento. Como un blues era el sueño, y quedé maravillada en apenas unos minutos. Envidiosa de su dulce letargo, cerré los ojos para dormir sumida en la melodía de su respiración.

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