Aproveché una migración de pájaros silvestres para evadirme.
sábado, 25 de agosto de 2012
amor se escribe con "H"
No creo en el amor. No creo que pueda enamorarme. No hay principes que salvan princesas de castillos lleno de mounstrous sin haberla visto antes, no hay poemas escondidos entre las sabanas de tu cuarto, no hay flores en tu mesilla al despertarte. Pero sin embargo hay rutina, hay dudas, hay decepciones, hay malentendidos y sobre todo hay orgullo. Renuncias a el dulce no hacer nada, a dejar tu mente en blanco, y poder pensar con claridad. Te conformas con la presencia de una sola persona, a una sola conversación. No puedo, me horroriza pensar que puedo llegar más lejos que querer, y olvidar todo lo que yo misma forjé a partir de enseñanzas, de otros sufrimientos. No dejaría mi corazón en mano de una sola persona ¡No estoy loca! Cuando los ves desde fuera no alcanzo a ver más que el sufrimiento y las mentiras que se dirán. Lo mío no son los detalles, ni las palabras bonitas, ni forjar un nosotros. Lo mío es volar, ser libre, no pensar antes que actuar: Existo y quizás luego pienso. Nunca soñé con llevar un anillo en el dedo, ni vestir con un precioso traje blanco, y formar un hogar bajo la luz de una chimenea. Soñé con luchar, perderme en bosques, descubrir y aprender cosas hasta el último suspiro. Nunca creí en los "Para siempre" ni voy hacerlo, no creí en un futuro, ya me ha costado suficiente forjar un presente. Quierer es el equilibrio, el kilómetro 0 de mi vida. Recuerda: Enamórate de ti misma, del aire que respiras, del mundo. Es lo único que te hace libre.
jueves, 23 de agosto de 2012
Mi prima Lola.
Mientras exprimía
limones recibí su mensaje. Mentiría si dijera que espera una respuesta al
mensaje que yo le había mandado previamente. Al leerlo, me llevé la mano a los
ojos y lloré, y no era precisamente del picor de los limones. Una parte de mi
creció, y comprendió que aquel simple texto en la pantalla del móvil estaba
impregnado de una persona con nostalgia de su pasado pero que trabajaba para un
futuro. Esa persona, que siempre me sirvió de inspiración, me dijo "sigue
tu propio camino". Pues bien usaré toda esa inspiración que me regalaste
para dedicarte un pequeño hueco aquí y uno aún más grande en mi corazón, para
así poder seguir mi camino.
Desde pequeña Lola fue diferente, prefería un buen paseo con mi hermano por el campo que jugar a las muñecas junto a todas las primas. Amaba la play station, daba igual que juego, se emocionaba con todos. La imagen que tengo de ella a esa edad no es más que el reflejo de una foto que tenía mi abuela en su mesilla, una niña con el pelo corto, cara enfurruñada y con una toalla que secaba su cuerpecito mojado.
Lo más sorprendente de ella era su rebeldía, me resultaba tan curiosa, éramos una familia muy unida, para nada tradicionalista, pero muy testaruda y solo la opinión adulta era la que importaba. Lola se revelaba, le daba igual con quien o donde estuviera, su opinión salía de su boca firme y fuerte. Era imposible no sentir como te taladraba el alma. Además me encantaba en parte la frialdad con la que lo veía todo, recuerdo que cuando yo tenía trece años me dijo: "Martina no confíes en los tíos, que por meter la polla la meten hasta en un tubo oxidao" Puede parecer unas palabras con excesiva dureza, frías y algo vulgares, pero es una primera impresión equívoca, estaban repletas de dulzura. Y me sirvieron, pues que te digan eso con trece años empiezas a amar unos valores, que tus amigas ansiosas de un chico malo, no ven.
Pero sin duda mi recuerdo preferido fue cuando acabó la selectividad, y se hizo una cresta. Yo nunca había conocido a una mujer con cresta, y cuando la vi me encantó. Circulaban los comentarios por la familia "Estabas más guapa con el pelo largo" "te vas a arrepentir" pero realmente lo que quería decir es "Has tenido más valor y personalidad que todos nosotros" La reacción que provocó en mi fue verla como una heroína. Con dieciochos años, donde te importa más la opinión de los demás a la tuya misma, viviendo en un pueblucho donde todos te juzgan rompió con todas las barreras. Comprendí que había un mundo diferente fuera de aquella plaza y aquel colegio donde iba todos los días y veía a las mismas personas. Pero ante todo tengo que agradecerle el regalo que fue tenerla en mi vida, y gracias a él comprendí que pueden pasar los años sin que destruyan tu imaginación, tu esencia, tus ideales, tu diversidad... Y os aseguro que me dio el mayor regalo que se le puede dar a una a alguien: Ser una persona.
Gracias, por hacerme crecer, por ayudarme a ser persona.
-Dedicado, evidentemente, a Lola que forma parte de mi propio camino.
Desde pequeña Lola fue diferente, prefería un buen paseo con mi hermano por el campo que jugar a las muñecas junto a todas las primas. Amaba la play station, daba igual que juego, se emocionaba con todos. La imagen que tengo de ella a esa edad no es más que el reflejo de una foto que tenía mi abuela en su mesilla, una niña con el pelo corto, cara enfurruñada y con una toalla que secaba su cuerpecito mojado.
Lo más sorprendente de ella era su rebeldía, me resultaba tan curiosa, éramos una familia muy unida, para nada tradicionalista, pero muy testaruda y solo la opinión adulta era la que importaba. Lola se revelaba, le daba igual con quien o donde estuviera, su opinión salía de su boca firme y fuerte. Era imposible no sentir como te taladraba el alma. Además me encantaba en parte la frialdad con la que lo veía todo, recuerdo que cuando yo tenía trece años me dijo: "Martina no confíes en los tíos, que por meter la polla la meten hasta en un tubo oxidao" Puede parecer unas palabras con excesiva dureza, frías y algo vulgares, pero es una primera impresión equívoca, estaban repletas de dulzura. Y me sirvieron, pues que te digan eso con trece años empiezas a amar unos valores, que tus amigas ansiosas de un chico malo, no ven.
Pero sin duda mi recuerdo preferido fue cuando acabó la selectividad, y se hizo una cresta. Yo nunca había conocido a una mujer con cresta, y cuando la vi me encantó. Circulaban los comentarios por la familia "Estabas más guapa con el pelo largo" "te vas a arrepentir" pero realmente lo que quería decir es "Has tenido más valor y personalidad que todos nosotros" La reacción que provocó en mi fue verla como una heroína. Con dieciochos años, donde te importa más la opinión de los demás a la tuya misma, viviendo en un pueblucho donde todos te juzgan rompió con todas las barreras. Comprendí que había un mundo diferente fuera de aquella plaza y aquel colegio donde iba todos los días y veía a las mismas personas. Pero ante todo tengo que agradecerle el regalo que fue tenerla en mi vida, y gracias a él comprendí que pueden pasar los años sin que destruyan tu imaginación, tu esencia, tus ideales, tu diversidad... Y os aseguro que me dio el mayor regalo que se le puede dar a una a alguien: Ser una persona.
Gracias, por hacerme crecer, por ayudarme a ser persona.
-Dedicado, evidentemente, a Lola que forma parte de mi propio camino.
lunes, 20 de agosto de 2012
Lo que necesitaba.
Aprendí muchas cosas
este verano. Entre ellas que lo que se pierde, sea pequeño o grande, no se
encuentra. Da igual cuanto reces, cuanto lo busques o cuanto llores por él,
aunque no ceses en el empeño no conseguirás nada. Así que también aprendí a
dejar ir a las cosas, al menos a las materiales, que al fin y al cabo nada es
para siempre, aunque nos guste pensar lo contrario.
Comprendí de amores, de sexo e incluso de drogas. Aprendí de la felicidad en el Aquí y el Ahora. Las cosas demasiado serias no dejaron de asustarme, pero entendí que lo serio no significa que no sea divertido. Comencé a ver los detalles, algunos más invisibles que otros, pero mucho más grandes. Que el hogar no es un salón y un techo, son personas, el secreto es formar parte de algo, formar parte de alguien.
No hay penas que no mate la risa, aunque hay risas que dejamos ir por la pena. La perfección no está basada en lo que demostremos a los demás, sino en los gestos, hay más perfección en una caricia que en un inteligente discurso. Además lo mejor de una persona es ser querida con sus errores, con las líneas que salieron torcidas en su cuadro, esa línea que hace ser recta a otra. Aprendí que pierdes más peso sonriendo, que dejando de comer maravillas que te alegran el día. También confirmé la teoría de que el chocolate enamora, aunque no necesariamente de una persona.
Entendí que hay un momento para cada cosa, y que lo que estabas esperando desaparece y dejas que llegue solo, porque es mejor unos pétalos de rosas a un sofá para uno. No todas las canciones lentas y tranquilas tienen que deprimirte, y que las canciones de amor son exageradas e inciertas. Que se duerme mejor con alguien al lado, pero es demasiado triste despertarte siempre sola. No hace falta ir lejos para cambiar de aires, para sentirte libre, quizás solo tengas que mover un dedo. Convertir los pensamientos en palabras es más difícil que andar con tacones, pero menos elegante. Me enseñaron que merece la pena recorrer 300 km solo por una persona, pero que duele trescientas veces más las despedidas.
Aprendí de sexo, que pueden existir todas las primeras veces que quieras, y que lo único que no te tiene que doler es el corazón. Y las interrupciones, por más que se eviten, son parte del encanto del momento. Entendí que las amistades acaban, y no necesariamente acompañada de discusiones y gritos, sino de la mano de la vida, de dos direcciones diferentes. Dejé las primeas impresiones de lado, si nos paramos a analizar detenidamente las noches y días, la situación, las personas, las acciones te das cuenta que han valido la pena. Quizás nunca sean las cosas como llegaste a pensarlas o imaginarlas, pero no por ello son menos hermosas.
Y en el conjunto de estas cosas aprendí que soy feliz, pues quizás esto no sea todo lo que quería para mi verano, pero es todo lo que necesitaba.
Comprendí de amores, de sexo e incluso de drogas. Aprendí de la felicidad en el Aquí y el Ahora. Las cosas demasiado serias no dejaron de asustarme, pero entendí que lo serio no significa que no sea divertido. Comencé a ver los detalles, algunos más invisibles que otros, pero mucho más grandes. Que el hogar no es un salón y un techo, son personas, el secreto es formar parte de algo, formar parte de alguien.
No hay penas que no mate la risa, aunque hay risas que dejamos ir por la pena. La perfección no está basada en lo que demostremos a los demás, sino en los gestos, hay más perfección en una caricia que en un inteligente discurso. Además lo mejor de una persona es ser querida con sus errores, con las líneas que salieron torcidas en su cuadro, esa línea que hace ser recta a otra. Aprendí que pierdes más peso sonriendo, que dejando de comer maravillas que te alegran el día. También confirmé la teoría de que el chocolate enamora, aunque no necesariamente de una persona.
Entendí que hay un momento para cada cosa, y que lo que estabas esperando desaparece y dejas que llegue solo, porque es mejor unos pétalos de rosas a un sofá para uno. No todas las canciones lentas y tranquilas tienen que deprimirte, y que las canciones de amor son exageradas e inciertas. Que se duerme mejor con alguien al lado, pero es demasiado triste despertarte siempre sola. No hace falta ir lejos para cambiar de aires, para sentirte libre, quizás solo tengas que mover un dedo. Convertir los pensamientos en palabras es más difícil que andar con tacones, pero menos elegante. Me enseñaron que merece la pena recorrer 300 km solo por una persona, pero que duele trescientas veces más las despedidas.
Aprendí de sexo, que pueden existir todas las primeras veces que quieras, y que lo único que no te tiene que doler es el corazón. Y las interrupciones, por más que se eviten, son parte del encanto del momento. Entendí que las amistades acaban, y no necesariamente acompañada de discusiones y gritos, sino de la mano de la vida, de dos direcciones diferentes. Dejé las primeas impresiones de lado, si nos paramos a analizar detenidamente las noches y días, la situación, las personas, las acciones te das cuenta que han valido la pena. Quizás nunca sean las cosas como llegaste a pensarlas o imaginarlas, pero no por ello son menos hermosas.
Y en el conjunto de estas cosas aprendí que soy feliz, pues quizás esto no sea todo lo que quería para mi verano, pero es todo lo que necesitaba.
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