Aproveché una migración de pájaros silvestres para evadirme.

lunes, 16 de enero de 2012

Razones para crecer.


Se enciende la luz, suena straberry fields de los beatles, a nadie le importaba como se veía la actuación desde fuera solo lo que en aquel instante se estaba produciendo dentro de nuestro corazones. Eramos uno. No actuábamos para el público si no para nosotros mismos. Fundidos en abrazos y risas silenciosas, nervios que hablaban por ellos solos, suspiros y apretones de manos, miradas y miedos, se escondían unas palabras que se morían por salir. Las luces bailaban, el letargo de los minutos corrían acalorados. Entre apagones y diálogos ahí estábamos, quince adolescentes, veinte personajes distintos, y una sola familia. Era solo un teatro, pero al comienzo no eramos más que unos desconocidos. Hoy ya no hay publico sentado en aquella sala, y las luces ya no se volverán a encenderse para nosotros. Ya se acabaron las tardes metidas en aquel pasillo, se acabaron las conversaciones absurdas para matar el tiempo, las quejas de manuela y no volverán las discusiones por las horas de los ensayos y la falta de actores. Pero siempre quedará un huequicito para esas maravillosas personas en los regazos de la Muerte, el ajedrez de Luciana, en la amistad de Santi, Cinta y Maxi, en la eterna lucha de Eloy, en la pensión de Benito y Agata, en los artículos de la periodista, las pistolas de las detectives, en las horas muertas de Poli, en la bata de color crema de la doctora, y ante todo en mi corazón, que este si es real.

Dedicado a mis compañeros de teatro, que son los campos de fresas que no quiero que acaben nunca.





2 comentarios:

  1. Comparto ese dolor y pasión por el teatro. Veo en tus anécdotas mis propios rasgos, un buen tema para dedicar sin duda.


    Un saludo

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  2. Gracias, aunque los sentimientos que este realmente produce se queda muy lejos de esto.

    Un saludo!

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