Aproveché una migración de pájaros silvestres para evadirme.

domingo, 30 de octubre de 2011

20:00

En diez minutos comenzaran a sonar las campanas en esa vieja iglesia, en esta fría plaza, en este solitario banco. Marcarán como cada día en este momento una hora temprana. Las agujas del reloj se moverán esparciendo pequeños instantes que serán olvidados. Solo dejarán atrás lo que otros han ansiado y se irán volando las palomas del campanario. Faltan cinco minutos para que el ruido de una nueva hora haga entristecer mis labios. Las farolas que con su amarillenta luz iluminan un otoño áspero y nublado, deleitan a tardes en desamparo sentado en una chimenea, de nuevo, no hay nada extraño. Y el tiempo pasará en la misma iglesia, en la misma plaza y en el mismo banco y cuando llegue esta hora sonaran siempre las campanas de campanario, año tras año. Y yo moriré escuchando como se van las palomas lejos del mismo otoño áspero y nublado, en el mismo pueblo, hora tras hora, vuelta tras vuelta dejando atrás lo que otros han ansiado. Las campanas ya han tocado, por mucho que cambies el reloj, aunque las agujas no sigan girando el tiempo seguirá su paso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario