Aproveché una migración de pájaros silvestres para evadirme.

lunes, 29 de agosto de 2011

Como un pequeño matrimonio.

Yo no quiero casarme. Odio los compromisos amorosos, si amo lo haré sin unos papeles que lo confirmen. Pero aquello era distinto, inconscientemente nos comportábamos como un matrimonio, no un matrimonio clasicista por supuesto, pero si como un dulce matrimonio. Aquella casa que no solía frecuentar junto a él tenía el calor de un hogar. Aprendí muchas cosas mientras duró ese pequeño matrimonio. Aprendí que la mezcla de calor y frio no es buena para dormir y que quizás no siempre quisiera hacerlo. Aprendí que el placer puede estar en manos de otro y que el sexo y la culpabilidad van cogidos de la mano. Entendí que un abrazo llena más que mil palabras y que por mucho que intentes evitarlo acabará en algo más. También aprendí que no había sabor más dulce que la de un yogur a altas horas de la madrugada y un beso de buenos días. Creo que viví un "matrimonio de verano" pero es, fue y será el matrimonio mas condensado y dulce que viviré nunca. Aunque esto ya no suceda más, aunque no podamos revivir esos días, pasó. Y solo con eso puedo reanimar el placer de cada noche.

sábado, 20 de agosto de 2011

Gracias, Edvard Munch.

Hace poco me preguntaron la razón del nombre de mi blog, pensé en decir algo profundo pero la verdad es que no se me ocurrió nada. Cuando llegué a casa me tumbé en la cama y me puse a darle vueltas al asunto. Era un bonito nombre, un poco nostálgico pero profundo. Arrastrándome por mis pensamientos se me vino a la imagen la obra de Edvard Munch  " el grito". Párense a pensar en esa obra, representa un hombre gritando como aterrorizado y al fondo hay dos personas que parecen ni inmutarse por ellos. Me angustia pensar que tantos años ahí pintado, plasmado en un lienzo y nadie escucha sus gritos y sus lamentos. La verdad que el cuadro para una persona como yo no tiene mucho que ver a parte del color y al señor gritón, pero me sentía identificada. Después de rondar durante largo rato ese cuadro entendí que el titulo de mi blog se lo debía a Munch, por el placer de hacer escuchar mis gritos de angustia y alegría a través de la pantalla de mi ordenador y no cargar con ellos durante casi doscientos años. Gracias Munch, por haberme dado la voz que a otro le quitaste.

viernes, 19 de agosto de 2011

como una golondrina.

Vuelve la tranquilidad, la soledad de esas tardes largas tumbadas en la cama pensando si he hecho lo correcto. Sentir otra vez esa rutina que golpea fuerte la puerta de mi habitación cada mañana. Un camino que se abre en dos y unos pies que solo pueden elegir uno. Las puestas de sol no volverán a ser lo mismo, pues es como la golondrina que abandona su nido sabiendo que nunca va a volver, que será destruido, y probablemente, sus huevos con él. Será por instinto de supervivencia o tan solo por miedo que nos alejamos de un nido que corre peligro, ajenos a todo lo que podemos perder. Exacto, soy como una golondrina que vuelve cada primavera con la esperanza de no tener que abandonar su nido por una vez. Pero por otra parte no quiero atarme demasiado tiempo a ese lugar, a esos recuerdos, a todo lo que guarda ese nido. Porque terminaré emigrando al llegar el otoño buscando otro nido más cálido. Soy la viva imagen de la indecisión y la inseguridad, de la comparación atrapada en un periodo de tiempo, en unas cálidas tardes de primavera que hoy me enervan hasta terminar por destruirme mi nido, quemar mi cosecha, tan solo para poder volver a extender las alas.