Aproveché una migración de pájaros silvestres para evadirme.
lunes, 1 de noviembre de 2010
el hombre de boina verde y abrigo gris
Aquel banco en el parque, donde un anciano impregnaba sus recuerdos el olor a infancia. Donde veía pasar sus días, sentado con su boina verde y abrigo gris. Las farolas iluminan el castigo del tiempo en su piel, pero el no se da cuenta, por que cierra los ojos y recuerda cuando corría sobre la hierba húmeda de la madrugada, cuando nada parecía imposible. Suspira, alza su cabeza hacia la luna y contempla su blanca curva, como lo senos de una mujer, blancos, suaves y llenos de locura para los hombres. Los placeres de la juventud, donde el amor se abría a él, donde las barreras del placer no tenían límites. Coge su bastón y a paso lento se acerca a la hierba y se tumba, puede volver a sentir el frío, vuelve a cerrar los ojos entregando su vida por recuerdos, las sensaciones del vivir, las cosas perdidas y las metas conseguidas, y así sueña para no volver a despertar de el plácido sueño del fin de la vida.
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