Llegué a casa, triste y echa un mar de lágrimas y con tanto miedo, y entonces la vi, débil, tumba y con unos ojos llenitos de ayer. Apresuré a tenerla entre mis brazos, no podía verla así, mi corazón sufría le fuerte agarre del dolor. Las lágrimas brotaban de mis ojos para regar el comienzo del llanto. De vez en cuando me mirabas, con chispas de miedo, dolor y agradecimiento. Tu cabeza acurrucada en mi pierna, yo llenaba de amor todo los momentos junto a ella.
Entonces, el silencio se interrumpió, la canción Deliah comienza a impregnar con sus notas el salón. Impregno de tristeza mis oídos y entonces la miré, estaba inmóvil, su mirada perdida, estaba muerta. La ansiedad se apoderó de mi, broto mi voz temblorosa. Todos estábamos a su alrededor, intentaba respirar, volver en vida, en aquel momento te hubiera dicho tantas cosas, pero me limité a que oyeras lo mas importante, lo que sentía por ti, todo lo que te amaba. cesaste tu lucha, corría un vacío en mi estomago, todos esos momentos en que reímos juntas, que vivimos juntas, se fueron una mediodía de octubre con la habitación inundada por música triste. La tristeza era la única que gozaba aquel día, mientras cavamos tu tumba. Acariciaba tu cuerpo rígido y frío, aquel que un día era cálido y lleno de vida, te observé tanto para no olvidarte. Te vi marchar para nunca volver. Y ahí quedaste en aquella colina, bajo granados que lloraban también por tu nombre. El viento acariciaba mi pelo en forma de consuelo. Me sentía sola e impotente, el aire podía correr dentro de mi. ¡Maldita sea! nunca supiste que era ser madre, lo bello que era amar como notros te amábamos a ti.
Y así te fuiste, dejando una casa vacía, tardes llenas de recuerdo y una colina donde se quedó sellado tu nombre, donde cada tarde te tiro una piedra como si fuera un beso, donde puedo hablarte, mimarte. Pero, nunca más volverá a ser lo de antes, no podré volver a sentir el tacto de tus piel suave, la calidez de tus ojos. Quedo en mi memoria tu cuerpo rígido y quieto con la mirada perdida. Ya hace un mes de eso, y aún así ni un solo día e dejado de pensar en ti, aún sigo llorando tu ausencia. Mi hogar no es hogar si no estas tú. Aveces te busco con la mirada perdida, con esperanza de levantar de mi peor pesadilla. La muerte forma parte de la vida, y yo formé parte de ambas, y soy feliz, feliz de haberte tenido cerca durante tanto tiempo, por que, aunque hoy tu ausencia me sepa a lamento, eres lo más bello que tengo.